Hola ! 안녕 !
Hoy vengo con el proyecto de enero de Adictos a la escritura, en esta ocasión la actividad era sobre una escritura sorpresa. Habían seis imágenes que escondían diferentes géneros.
Elegí la #3. Fantasía.
Espero les guste !!
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EL BOTE
Como todos los días, después de la escuela,
Daniel se sentó frente al mar. Simplemente le gustaba sentarse allí a mirar las
olas que nunca eran iguales y que se movían al ritmo del viento.
Ese día no había sido muy bueno, lo habían
molestado porque sus libros no eran igual de nuevos a los de los demás. Sabía
que no era culpa de sus padres y que ellos hacían todo lo posible por darle lo
que necesitaba, pero eso no evitaba que se sintiera mal y que a veces deseara
tener otros padres. Pero estando allí, mirando el horizonte infinito del mar,
sentía que si se quedaba allí, todo se solucionaría.
- Oí que hoy golpeaste a alguien-
dijo su padre que recién llegaba y se sentaba a su lado.
Daniel se sintió culpable, Juan, cuyo padre era
hermano del rector, ofendió a su padre diciendo que era un pobre bueno para
nada, la rabia lo controló y cuando se dio cuenta, a Juan le sangraba la nariz.
- Lo siento - Fue lo único que Daniel
podía decir, las excusas no servirían de nada.
Después de unos minutos de silencio, el padre de
Daniel se levantó y se dirigió al viejo bote que siempre había estado
abandonado en la playa, estaba tan viejo y gastado que parecía más como una
decoración que algo que alguna vez se usara para pescar.
- Vamos
- dijo su padre.
- Papá,
eso no va a flotar - Respondió volviendo su mirada al mar.
- He
estado trabajando en él, flotará - afirmó con una sonrisa.
No se necesitó más para que Daniel se levantara
y ayudara a su padre a meter el viejo bote en el agua. Un poco dudoso y con los
ojos cerrados, se metió en el bote, no pasó nada.
Su padre lo siguió y el bote se balanceó un
poco, y a pesar de que sabía nadar, Daniel se apretó con fuerza al borde de la
pequeña embarcación.
Ellos no necesitaban hablar, su compañía era
bastante consuelo y el olor salado y fresco del mar los relajaba, como si no
hubiera más en el mundo, sólo miraban el cielo con nubes tan cambiantes como
las olas. En cuestión de minutos, se alejaron demasiado de la orilla, la cual
no se podía ver por ningún lado.
- Papá, tenemos que volver - dijo Daniel
con miedo, pero él se había recostado y estaba profundamente dormido.
Daniel estiró el brazo para tratar de
despertarlo, pero no alcanzó a tocarlo porque una ola proveniente de cualquier
lugar hizo que el bote se sacudiera haciendo que el padre de Daniel cayera al
agua. Por alguna razón a él no le sucedió lo mismo.
"No sabe nadar", pensó Daniel con
desesperación mientras su padre se ahogaba. Gritó con todas sus fuerzas, pero
nadie aparecía en su socorro. Daniel trató de remar con sus manos pero el bote
no parecía moverse.
Otra ola pasó por encima de Daniel, mojándolo
por completo, pero eso hizo que el bote se acercara más a su padre.
- ¡Papá!
- gritó - ¡Trata de alcanzar mi mano!
Milagrosamente, él pudo oírlo y moviendo los
brazos de forma desesperada, logró tomar el borde del bote. Pero al intentar
subirse, parecía hundirse. Cuando volvieron a ver, el lugar donde hacía
unos minutos él estaba durmiendo, se encontraba una montaña de
oro en barrotes.
Daniel lo miró con horror, era el oro o la vida
de una de las personas que más amaba.
- Llévalo a tu madre - dijo su padre que
parecía resbalarse.
- ¡No! - dijo Daniel en lágrimas.
- Eso es
más de lo que yo podré darles.
La decisión la tomó en cinco segundos. Uno, su
padre lo había llevado a su primer día de escuela. Dos, en su cumpleaños había
dado todos sus ahorros para comprarle ropa nueva. Tres, le enseñó a
jugar fútbol. Cuatro, sin importar lo cansado que estuviera, le leía
todas las noches. Cinco, lo amaba sin importar qué.
Rápidamente empujó los barrotes con una fuerza
que Daniel nunca creyó poseer, en menos de un minuto, su padre se había subido
de nuevo al bote. Ambos se abrazaron llorando.
Al ver a su alrededor, vieron cómo el bote
estaba al lado de la playa, como si no se hubieran movido un centímetro desde
que se subieron allí.
- Disfrútenlo - dijo una voz femenina y
cantarina que provenía del agua.
Daniel dirigió su mirada en la dirección de la
voz, la cabeza de una chica de su edad sobresalía sobre el agua. Su piel
brillaba bajo el sol, lo que era debido a que tenía escamas plateadas, casi
invisibles, que cubrían su rostro y hombros. Sus ojos eran azules como el mar y
su sonrisa inocente y a la vez peligrosa. Daniel se quedó embobado, pero vio
que ella señalaba la playa, al parecer él era el único que la había visto,
porque su padre reía como loco al ver una montaña, aún más grande, de barrotes
de oro justo en la playa.
- Tomaste la decisión correcta. Ahora
disfruten su vida juntos - dijo la voz de la chica.
Daniel, con lágrimas en los ojos, volvió para
darle las gracias. Pero en el mar, sólo se veía una cola de pez sumergirse en
el agua.
- Con que esto hacen con lo que le roban
a los marinos - reía su padre al ver la misma escena.
Daniel sonrió y fue a abrazarlo,
increíblemente, estaba más feliz por estar junto a él que con el oro. Pensó que
sin importar el dinero, estando juntos, todo era posible.
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Espero les haya gustado ! No olviden comentar sus opiniones !