julio 19, 2013

El calcetín rojo

Hola chic@s!

Aquí vengo con la actividad de Literautas que les había mencionado, no lo subí antes porque había empezado con una cosa y terminé cambiándolo por completo. Espero les guste

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Lucía se pasó una hora buscando el calcetín rojo, buscó en todos los cajones, bajo la cama e incluso detrás del televisor y no lo hizo una vez, desbarató y rearmó toda la habitación probablemente cuatro o cinco veces. La verdad ya había perdido la cuenta, lo único que importaba era que pudiera encontrar lo que buscaba.

¿Qué se supone que iba a hacer si no lo hacía? Esa era el complemento del par de calcetines que su hijo adoraba y probablemente haría un completo escándalo si ella no se lo daba. Habían sido el último regalo que su padre le había dado un año atrás, antes de irse al ejército, del cual ella sabía él no regresaría. Tal vez de cierto modo Enrique lo sabía y quería aferrarse al recuerdo que tenía de su padre.

Por suerte se había levantado temprano y no tendría que despertarlo hasta dentro de dos horas para llevarlo a la guardería y de ahí salir a trabajar. Se dijo que tal vez pudo haberse quedado en la secadora. ¡Cómo no la había pensado!

Salió de la habitación y cruzó el pasillo para encontrarse con una señora vestida de blanco con el nombre de María en un carnet colgando de su bolsillo, Lucía gritó asustada sorprendida de verla ya que nunca la había visto y estaba segura de que la noche anterior había cerrado con seguro la puerta principal.

             —     ¿Qué estás haciendo fuera de tu habitación? —dijo María.
             —     La pregunta sería qué está haciendo usted en mi casa.
             —     ¡Ay no! Pero si me habían dicho que con la nueva medicina esto no volvería a pasar.
          —     ¿De qué está hablando? ¡Me hace el favor y sale de mi casa ya! No voy a permitir que se acerque a mi hijo—gritó Lucía buscando con la mirada algo que le sirviera de arma.
          —     Vamos, Lucía—dijo María con voz tranquilizadora—Tú y yo sabemos que Enrique no está aquí.
            —     ¿No está aquí? ¿¡Qué hizo usted con mi hijo!?—sollozó Lucía.

Alguien en el pasillo había escuchado los gritos, por lo que no pasó mucho para que llegara un doctor con dos miembros de seguridad para retenerla entre gritos pidiendo por ayuda y gritándoles que la dejaran seguir buscando el calcetín. El doctor logró inyectarle un sedante y Lucía cayó profundamente dormida y fue llevada de nuevo a su habitación.

Varios curiosos se habían asomado a mirar la causa de tanto escándalo, así que tuvieron que despejar el área. María se sentó en una de las sillas de la sala de espera y tomó un calmante para el dolor de cabeza.

           —     Qué pena molestarla—dijo una joven enfermera que se sentó a su lado— Pero quería saber lo que sucedió hace rato con esa señora.


Normalmente María no hablaba de esas cosas con nadie, pero ya que era otra enfermera, supuso que estaba bien y que por una vez podía hablarle a alguien de su hermana Lucía, quien llevaba varios años así. Todo empezó cuando su cuñado murió al estar en servicio, fueron momentos difíciles pero ella seguía adelante por su hijo. Pero desafortunadamente un día él murió cuando un conductor borracho los atropelló cuando cruzaban la calle, él le hacía berrinche porque no le había dado lo último que su padre le había regalado y ella se distrajo lo suficiente para no darse cuenta de lo que venía. Ella había sobrevivido, pero tuvo una gran contusión y sumado a la culpa que sentía ella solía repetir en su cabeza ese mismo día y había veces que buscaba por todas partes hasta el cansancio e incluso se desmayaba. Tuvieron que internarla y había estado mejorando hasta ese día cuando de nuevo empezó a buscar el calcetín rojo.

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Gracias por leer !

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